El dramaturgo británco de finales del XIX Oscar Wilde se sirve de los clásicos para sus composiciones. Así tenemos títulos en latín como De Profundiis, Ego te Absolvo o cuentos inspirados en mitos grecorromanos.
Aquí he seleccionado este breve cuento que versiona el mito clásico de Narciso perteneciente a sus «Poemas en prosa» titulado el Discípulo.
Y cuando vieron que el remanso se había trocado de una copa de aguas dulces en una copa de lágrimas saladas, soltaron las verdes trenzas de sus cabellos y gritando al remanso le dijeron:
-No nos sorprende que hagas un duelo tal por Narciso, tan hermoso como era.
-¿Era hermoso Narciso? -dijo el remanso.
-¿Quién había de saberlo mejor que tú? -respondieron las ninfas-. A nosotras siempre nos desdeñaba, pero a ti te cortejaba, y solía recostarse en tus orillas e inclinarse a mirarte, y en el espejo de tus aguas reflejaba gustoso su belleza.
Y el remanso respondió:
-Pero yo amaba a Narciso porque, cuando recostado en mis orillas se inclinaba a mirarme, en el espejo de sus ojos veía mi propia belleza reflejada.
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